No todo el mundo habla sobre la conexión entre derechos humanos y empresas. ¿De dónde surge su interés por este tema y qué les diría a otros líderes empresariales sobre la importancia de la responsabilidad del sector privado durante la pandemia?
Yo soy abogado. Estudié derecho porque a través de la ley podemos luchar por la justicia. Pero todo abogado sabe que esto es de alguna forma una falacia. El resultado de la ley no es siempre la justicia. Sin embargo, los derechos humanos ofrecen un enfoque normativo que tiene el potencial de ser global. Los derechos humanos son para todas las personas, pero en la realidad no todas las personas tienen sus derechos asegurados.
Los derechos humanos ofrecen muchas posibilidades. Surgen en defensa de los derechos de los ciudadanos frente al Estado. Pero no todas las violaciones de derechos humanos las causa el Estado, a veces son las empresas. Las empresas son uno de los principales actores económicos con impacto global. Pero ese impacto se puede entender y controlar. Para mí este campo dentro los derechos humanos es un espacio desde el que lograr justicia con un impacto global para todos aquellos en la cadena de valor.
Las empresas tienen la oportunidad de usar el sistema de derechos humanos como referencia global, como un mínimo moral y ético que mantener en todas sus actividades. Y esta perspectiva resuena con muchos líderes del sector privado precisamente porque no implica necesariamente una perspectiva legal. Cada país tiene distintas leyes: Colombia, México y Noruega, todos tienen distintos gobiernos. Los derechos humanos presentan un mínimo que siempre debería estar ahí, da igual el país. Y esto es una oportunidad de coherencia y de comunicación para las empresas, que independientemente del país, pueden decir “yo protejo la privacidad, yo protejo la vida, la salud de mis empleados, mis consumidores y en mi cadena de suministro.” Pero aún tenemos mucho camino que recorrer.
Por ejemplo, a mí me apasiona el mundo de la inversión. Los inversores son el motor de las compañías y tienen la posibilidad de influenciarlas, especialmente si comprenden que sus inversiones pueden impactar los derechos humanos. Los inversores deberían pensar que esta es una nueva economía basada en el acuerdo ecológico. Necesitamos un acuerdo ecológico y socialmente justo. O incluso un nuevo acuerdo ecológico y de derechos humanos. Es una oportunidad para invertir sabiamente, pensando de forma local, y actuando de forma global.
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